lunes, 24 de octubre de 2022

y 8) ¡PALEEERMOOO!

Después de dos agradables semanas dijimos adiós a Sicilia con la sensación de que es algo más que la mayor isla del Mediterráneo. Sin duda, un lugar especial marcado por un pasado como pocos, por los cruces de culturas, con unas ciudades espectaculares y un territorio de lo más interesante.


Es, también, lugar de discordancias, y en pocos días fuimos conscientes. Catania, la primera ciudad que conocimos, nos pareció deslumbrante, pero con zonas degradadas y sucias y alguna sorpresa que otra con el tráfico de motocicletas. Después, hasta Palermo, la cosa pareció atemperarse, pero en la capital siciliana explotaron los contrastes: amplias zonas degradadas, suciedad exagerada...y a pocos metros palacios impresionantes, fuentes despampanantes e iglesias sin par. 
Y el tráfico, con actuaciones dignas de mención. Motos con tres personas, con niños delante y detrás, muchos conductores sin casco, algo que no es habitual en España ni en general en Europa. Se nos quedó grabada una escena: junto a una avenida, varios chavales hacían de todo con sus bicicletas, hasta que, de repente, uno enfiló la calle principal y, sin la menor precaución, la atravesó sin comprobar si venía algún coche, que venían un montón. No dábamos crédito. Pusimos cara de susto, gesticulamos y respiramos aliviados al ver que, milagrosamente, lo esquivaron y había cruzado sin sufrir un rasguño. Poco después, un conductor que llegó a un cruce por una calle ancha observa asombrado que por una lateral se acerca otro vehículo que imita al ciclista: cruzó rápido y sin detenerse, con riesgo para ambos.Observamos la escena alucinados , y el primer conductor se dio cuenta. Sonriendo, sabiendo que éramos viajeros, nos miró y en tono indulgente se asomó por la ventanilla y definió lo ocurrido con una simple muletilla: "¡Palermoooo!". Así lo resumió y así lo interiorizamos. A partir de ese  momento se convirtió en nuestra exclamación preferida cada vez que algo nos chocaba o llamaba la atención ¡PALERMOOOOO! gritábamos a coro.
Y punto, no había nada más que decir. En cada sitio las cosas son como son y no como unos cuadriculados turistas gallegos quisieran que fueran, faltaría más.

Paisaje del centro de Palermo justo al lado del mercado y del párking de nuestra furgo

A la suciedad sí nos costaba darle carta de normalidad en una ciudad histórica, con el teatro de ópera más grande de Italia, con sus museos, iglesias,  palacios, con semejante historia. Pero cierto es que cuando nos fuimos ya empezábamos a considerarlo parte del paisaje. Es preciso señalar que fuera de Palermo, y en menor medida de Catania, la situación fue diferente, con unos estándares similares a los nuestros. Con una excepción: las autopistas. Cada poco hay unos ensanchamientos por si un coche necesita parar; con frecuencia, mucha, eran auténticos vertederos, aunque no llegamos a parar para hacer fotos. 

Los vados oficiales en el mismo casco histórico son innecesarios para este vecino de Palermo

En Ortigia nos llamó la atención el sistema para retirar los coches mal estacionados. Ante la falta de espacio para el sistema habitual de rampa, la grúa municipal los carga levantándolos. En el caso que nos ocupa, algo sucedió: cuando estaba sobre la grúa, llegó el propietario y el agente ordenó devolver a tierra el vehículo infractor.

Grúa llevándose un coche en Ortigia

Omnipresentes por ciudades y pueblos, el sistema de esquelas pegadas en las calles para comunicar los fallecimientos, foto del difunto/a incluida. No es el único país donde lo hemos visto (Grecia, Portugal) y ocurre como con la suciedad, pasados unos días, te acostumbras y casi las echas de menos al regresar.


Estatua de Alfeo y Aretusa junto a la fuente que lleva el nombre de esta última

Sobre el significado de la fuente de Aretusa, en Ortigia, la leyenda, un poco enrevesada de más, dice que Aretusa era una bella ninfa que en un día de mucho calor pasó al lado del río Alfeo y decidió quitarse la ropa para bañarse. Alfeo, al ver su belleza quiso preservarla entre sus brazos pero Aretusa no estaba por la labor y salió por pies. Alfeo, transformado en hombre, no dejaba de perseguirla y Aretusa pidió ayuda a su amiga Artemisa, que la envolvió en una nube para ocultarla del pesado de Alfeo. Pero como la chica tenía miedo pasó del estado gaseoso al líquido y Artemisa decidió abrir el suelo, llevarla hasta Ortigia y transformarla en una fuenteAsí que a Alfeo no le quedó otra que mezclar sus aguas con las de la fuente para así fundirse con su amada. 

Mecanismo del reloj en la catedral de Agrigento

En la catedral de Agrigento, el mecanismo del reloj es visible por unas ventanas por el interior de la muy estrecha escalera que sube a la torre. Los pesos de piedra parecen realmente... pesados.

Dos perros que nos ladraron en un balcón en Agrigento. Se le oía más al pequeño que al grande.

Iglesias vimos unas pocas, cada cual más impresionante

Y los protagonistas del viaje disfrutamos de la isla sin reparos:

Beni se refresca en un antiguo lavadero de Cefalú

Ana en el estrecho de Mesina buscando apoyo para hacer una foto automática

Porota entrando y saliendo de las tiendas a velocidad de vértigo

Marian y sus iglesias, ante un paso procesional tamaño reducido en Erice

Álvaro en el teatro griego de Segesta deleitándonos con la interpretación de una poesía

Juanma casi levitando con la felicitación de los nietos con motivo del cumpleaños


Y nuestra experta conductora merece una mención muy especial, por su buen hacer, y su temple en medio de la jungla del tráfico, sobre todo en algunas ciudades o pueblos muy pequeños. Se hizo ella solita todo el recorrido sin un rasguño, lo cual no deja de ser una hazaña.

Ella, Álvaro y Porota alargaron el viaje un día porque no había vuelo y tuvieron la suerte de pasear Catania sin lluvia


Y todo el grupo, feliz, muy feliz, por este viaje tan interesante y ya pensando en el siguiente, que será más pronto que tarde. Seguro. Hasta entonces.

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